Historia - Sorteos Viajeros - Aranda de Duero 2016

  • Historia


    Capital de la Ribera, Aranda de Duero arranca en la historia el año 861 tras ser fundada por Ordoño I, aunque algunos autores suponen que existió mucho antes.


    Los árabes la destruyeron poco después (siglo IX) y fue reedificada gracias a su enclave estratégico en la confluencia del arroyo de Bañuelo con el Duero, nudo de comunicaciones importante en la antigüedad. Con estos orígenes, la realenga Aranda de Duero se erige como una de las ciudades más antiguas de España.


    En 1473, el primer obispo de Toledo, Alfonso Carrillo, convocó en Aranda un concilio del cual salieron varios cánones que restringían el acceso al sacerdocio, aunque el verdadero motivo del cónclave fue impulsar el partido de la infanta Isabel de Castilla frente a Enrique IV.


    En la Edad Media la villa alcanzó su máximo protagonismo gracias a la presencia de una amplia comunidad judía y árabe. De 1503 data el primer mapa de Aranda de Duero, considerado uno de los más antiguos de España y en el que se aprecia claramente cómo se dividía la localidad en los dos barrios con sus fieles religiosos diferenciados.


    Durante esta época, Aranda de Duero se convirtió en cruce de caminos y también en morada de pasajeros que circulaban por sus caminos y veredas de norte a sur y de este a oeste. La localidad burgalesa fue de este modo referencia para el viajero y punto de encuentro para los visitantes que llenaban la ciudad durante los días de feria o de mercado. Sus calles y plazas se llenaron de pícaros, posadas y mesones.


    La magnífica iglesia colegiata de Santa María, levantada en el siglo XII como elemento defensivo de la población, es testigo de las intrigas cortesanas de la época. A finales del siglo XV una profunda remodelación borró sus líneas románicas para dotarla de tres naves, tres ábsides y un crucero inspirados en el estilo gótico de la catedral de Burgos. En su interior alberga un púlpito renacentista de madera de 1547, que preside la nave central.


    Cada uno de los detalles escultóricos que componen el templo es una verdadera obra de arte en sí misma. Está declarado Bien de Interés Cultural.