LOS VETONES
El nombre de la ciudad podría tener origen vetón. El asentamiento de Obila cobraría importancia con la creciente romanización del territorio, en detrimento de otros castros situados en terreno montañoso. Los vetones dejaron vestigios de su poblamiento por toda la geografía de la provincia de Ávila, destacando las estatuas de piedra conocidas genéricamente como verracos.
PRESENCIA ROMANA
La ciudad romana estaba formada por el actual casco viejo, la zona rodeada hoy día por las murallas. La antigua presencia romana en la ciudad se manifiesta a través del puente romano, la calzada y distintos mosaicos, que son algunos de los restos de esta época que han sobrevivido hasta la actualidad.
ETAPA VISIGODA
La importancia de Ávila en este periodo se debió a su carácter religioso, ya que se contó con la intervención de prelados de Abela en los concilios toledanos. Ávila fue sede episcopal durante la dominación visigoda.
INVASIÓN MUSULMANA Y RECONQUISTA
En el año 714 la ciudad fue desmantelada por Tarik o por Muza, por lo tanto debe suponerse que en ese momento estaba amurallada. El códice del beato de la catedral de Gerona del año 975 cita la ocupación e intentos de repoblación de la ciudad por el conde Fernando Flaínez. Las crónicas citan 1092, una vez conquistada Toledo y celebradas las nupcias de Raimundo de Borgoña con Urraca, como año en el que se iniciaron los trabajos de reconstrucción de Ávila, sus murallas y el Templo del Salvador.
EDAD MODERNA
Ya en el siglo XVI Ávila prosperó y la provincia fue testigo del nacimiento de varios personajes religiosos, escritores y consejeros espirituales como fueron Teresa de Cepeda y Ahumada —más conocida como Santa Teresa de Jesús—, nacida en la capital, y San Juan de la Cruz, que nació en la localidad de Fontiveros. Su concejo fue uno de los principales organizadores de la Guerra de las Comunidades y en ella se formó la primera junta de los comuneros.
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