Monumentos Teguise

Castillo de Santa Bárbara:
Se trataba inicialmente de una simple torre para vigilar la costa construida en el siglo XV por Sancho de Herrera, tras mandato de Lanceloto Malocello. Leonardo Torriani acomete a mediados del siglo XVI una serie de reformas convirtiéndolo en un verdadero castillo que sirviera de refugio para la población de Teguise (en esos momentos capital de la isla) en caso de invasión enemiga.

En 1576 se culmina la obra rodeando el conjunto de la torre y los aposentos con una muralla romboidal con torretas circulares en sus extremos más apuntados.
Tras el ataque del berberisco Morato Arráez de 1586, el castillo es reconstruido.

En el siglo XVII el castillo pierde su importancia defensiva debido a la construcción de nuevas fortificaciones en el puerto de Arrecife, y la artillería es desmantelada.
Está declarado Bien de Interés Cultural y, en la actualidad, funciona como "Museo de la Piratería".

Palacio Spínola:
En la Plaza principal de la Villa de Teguise, conocida antiguamente con los nombres de Plaza de San Miguel o Plaza de García López, se encuentra la Casa Palacio Spínola, que constituye una de las viviendas más importantes de las conservadas en la Villa tanto por sus elementos como por sus dimensiones.

Esta Casa linda por el norte con la calle Nueva, hoy de Víctor Feo, que ya aparece reflejada en los escritos del Capitán Gaspar Carrasco al hacer referencia a sus casas situadas en la Plaza principal y que luego fueron dedicadas a lonjas en 1705. Por el sur está la calle Notas, hoy de Blas Cabrera. Por el naciente donde tiene su entrada principal está la Plaza Mayor y por el poniente están las casas que fueron de las familias Pino y las del Presbítero D. José Hernández, en el año 1800.

La construcción de esta Casa se sitúa entre los años 1730 y 1750 donde antes estaban las viviendas de las inquisidoras.

La Ermita del Santísimo Cristo de la Vera Cruz:
La ermita fue fundada en el siglo XVII, el retablo principal del templo enmarca la talla del Cristo crucificado de la Vera Cruz que da nombre al templo. La imagen data del mismo siglo de la fundación de la ermita y fue traída desde Portugal por la familia Betancort Ayala.
La escultura, de una gran devoción histórica en la isla, es de madera policromada de color verdoso, lo que le da un aspecto original y único entre las imágenes religiosas de la época. Además posee una cabellera natural de la que se dice fue donada por una feligresa en agradecimiento a una petición satisfecha.